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La crisis cambiaria en Brasil hace saltar las alarmas sobre la situación fiscal del país

Ha sido una semana dramática para la moneda brasileña. En los últimos días se ha producido una rápida caída, y el miércoles el real cerró a 6,26 frente a la moneda estadounidense, el valor más alto de su historia. El real es la divisa que más se ha depreciado frente al dólar en este 2024 que se acerca a su fin. Para frenar esta crisis cambiaria, el Banco Central ha vendido más de 20.750 millones de dólares en reservas desde la semana pasada, alrededor del 5,6% de las mismas, pero no ha conseguido frenar la subida de la divisa estadounidense. Ayer se vendieron otros 5.000 millones de dólares. Sin embargo, la última venta fracasó, por lo que la siguiente, la cuarta del día de 2.000 millones de dólares, también se canceló. En total, el Banco Central realizó en diciembre la mayor intervención cambiaria de toda la historia de Brasil, unos 25.800 millones de dólares.

Mientras las inversiones extranjeras siguen huyendo de Brasil, el Gobierno brasileño ha levantado las manos, culpando a una supuesta especulación en curso. “Prefiero trabajar con los fundamentos, mostrando la consistencia de lo que estamos haciendo en beneficio del marco fiscal para estabilizarlo. Pero podría haber un ataque especulativo”, dijo el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, que sobre los recortes del gasto público se limitó a decir que seguirá vigilando la situación e intervendrá si es necesario. “Este proceso es un trabajo que no se acaba”, afirmó.

El ministro de Comunicación del Gobierno, Paulo Pimenta, culpó a los posteos que aparecieron en Internet el martes en los que se atribuían declaraciones falsas al actual presidente de política monetaria del Banco Central, Gabriel Galípolo, y futuro presidente de la institución (se instalará el 1 de enero de 2025). En un video titulado “Brasil está bajo ataque”, Pimenta afirma que es “muy grave lo que los especuladores criminales están haciendo con Brasil y está claro que muchas personas han ganado millones de reales con esta operación criminal”, prometiendo identificarlos y castigarlos. Quien habló el jueves fue el propio Galípolo, que negó que haya ataques especulativos en marcha. “El ataque especulativo y coordinado no representa lo que está ocurriendo con el dólar”, afirmó el economista.

El ex presidente del Banco Central durante los dos primeros gobiernos de Lula, Henrique Meirelles, también niega que haya ataques especulativos contra Brasil. “Cualquiera que se arriesgue a decir hasta dónde llegará el tipo de cambio podría estar cometiendo un error”, dijo Meirelles. Según el economista Daniel Sousa, “hay un problema fiscal en Brasil. No es una opinión. Son matemáticas. El Tesoro sabe que hay un problema fiscal, el Ministerio de Hacienda también”, declaró a la televisión Globo. Para Sousa, los gastos obligatorios no han hecho más que aumentar en el Gobierno de Lula, creando dificultades para cumplir los objetivos presupuestarios. El temor actual entre los inversores, según el economista, es que “el país vaya en dirección a Turquía. Ese es el temor hoy, que la situación se descontrole si el Gobierno no puede pedir más dinero prestado para financiar su déficit de forma eficiente y va hacia una emisión monetaria que dispare la inflación”.

Una fotografía que retrata simbólicamente la situación actual de Brasil fue la decisión del Gobierno, publicada el pasado lunes en el Diario Oficial de la Unión, de recoger a partir de ahora, cada seis meses, las monedas arrojadas por los turistas en las fuentes de los palacios presidenciales de Brasilia, el de Alvorada, donde reside Lula, y el de Planalto, donde trabaja. Las monedas irán a parar a las arcas del Tesoro.

Sin embargo, los datos fiscales siguen siendo preocupantes. La deuda pública está ahora por las nubes y superó los 9 billones de reales (1,49 billones de dólares) a finales de noviembre por primera vez en la historia de Brasil. Las previsiones son aún peores. Según el Informe de Proyecciones Fiscales del Tesoro, publicado el lunes, se espera que la deuda crezca constantemente hasta 2027, alcanzando el 81,8% del Producto Interior Bruto (PIB). El jueves, Roberto Campos Neto, presidente del Banco Central, que será sustituido por Galípolo por expiración de su mandato, afirmó que la inflación para este año no alcanzará el objetivo del 3% y se prevé que llegue al 4,9% a finales de mes, mientras que superará el 5% en el primer trimestre de 2025.

Ayer, el Senado terminó de aprobar los tres proyectos de ley que forman parte del paquete para frenar el gasto público. Tanto el proyecto de ley complementaria como el de enmienda de la Constitución (PEC) ya habían sido deshidratados en la Cámara y también recibieron el apoyo de la oposición. El tercer proyecto, que limita el aumento del salario mínimo, fue aprobado ayer. Según informa el diario brasileño O Estado de São Paulo, a cambio del voto el Gobierno ofreció a cada diputado 5 millones de reales (826.228 dólares) para 2025, en fondos parlamentarios caracterizados por una menor transparencia porque no tienen que rendir cuentas. Poco queda del proyecto original del paquete de medidas para frenar el gasto público presentado por el Gobierno al Congreso, con recortes limitados que afectan principalmente a las prestaciones sociales para los discapacitados y los que reciben menos de dos salarios mínimos.

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