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Venezolana murió trágicamente y su cuerpo fue desmembrado en laboratorios de Estados Unidos

La historia de Aurimar Iturriago, una venezolana de 21 años a-se-si-na-da en Texas en 2022, es un relato desgarrador sobre la lucha de los migrantes y sus familias. Tras su muerte violenta, su cuerpo fue utilizado para investigaciones médicas sin el permiso de sus seres queridos.

Esta decisión ha generado una profunda indignación y ha puesto en manifiesto la falta de empatía hacia los migrantes, incluso en la muerte. La madre de Aurimar continúa buscando respuestas y justicia para su hija.

Con la esperanza de construir un futuro mejor para su familia, Aurimar Iturriago dejó atrás su humilde hogar en el estado Zulia. Desde temprana edad, Aurimar se vio obligada a trabajar arduamente para ayudar a su madre, Arelis Coromoto Villegas.

Su sueño de construir una nueva casa y asegurar el bienestar de su progenitora la llevó a emprender un peligroso viaje hacia Estados Unidos, donde buscaba oportunidades laborales para poder cumplir sus metas.

Aurimar atravesó la peligrosa selva del Darién

La selva del Darién, una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo, fue el escenario de la travesía de Aurimar. Durante días, su madre, Arelis, sufrió una agonía indescriptible al no tener noticias de su hija.

La incertidumbre y el miedo la consumían hasta que, por fin, recibió un mensaje que le devolvió la esperanza: «Mami, salimos de la selva».

Tras cruzar la frontera en septiembre de 2022 y ser procesada por las autoridades migratorias, Aurimar se trasladó a Dallas donde encontró un lugar para quedarse con un conocido, Alexis Moreno, relata Infobae.

¿Qué ocurrió con la joven venezolana?

Con la esperanza de iniciar una nueva vida, consiguió un empleo de limpieza en Florida. Sin embargo, su sueño de estabilidad se vio truncado por un trágico suceso.

El 29 de octubre de 2022, Aurimar fue a-se-si-na-da en Carrollton, Texas, tras un altercado de tránsito. Un conductor, identificado como Shardrel Damon Webb, abrió fuego contra el vehículo en el que viajaba Aurimar, impactándola fatalmente en la cabeza. Según testigos, Webb bloqueó el camino del auto antes de disparar.

La falta de comunicación entre las autoridades y la familia de Aurimar es evidente en los hechos posteriores a su muerte.

A pesar de los esfuerzos de Arelis por mantenerse informada, las autoridades del condado de Dallas no lograron establecer contacto con ella. Esta falla en la comunicación ha generado un profundo dolor y desconcierto en la familia.

Lo que pasó con el cuerpo de Aurimar

Cabe destacar que una polémica rodea la donación del cuerpo de Aurimar al University of North Texas Health Science Center. Moreno, quien hospedaba a Aurimar, decidió donar su cuerpo sin su consentimiento.

Aunque los documentos oficiales nunca fueron firmados, el centro médico procedió con la transferencia. Esta práctica, que ha generado importantes ingresos para la institución, ha recibido miles de cuerpos no reclamados en los últimos años, detalla Infobae.

El cuerpo de la joven fue usado como producto científico

Los restos de Aurimar sufrieron un destino ma-cab-ro. No solo fue declarada no reclamada, sino que su cuerpo fue des-mem-bra-do y utilizado en múltiples capacitaciones médicas.

En 2023, su torso sirvió como material de entrenamiento para cirujanos, mientras que sus piernas fueron empleadas en otro curso.

Arelis se debatía en una angustia constante. Aislada en su hogar rural, sin internet y con escasos recursos, dependía de noticias incompletas y desactualizadas.

En un desesperado intento por encontrar a su hija, contactó al centro médico en febrero de 2023. Sin embargo, las respuestas que obtuvo fueron vagas y tardías; le informaron que el cuerpo de su hija ya había sido parcialmente incinerado.

Gracias a una investigación periodística de Telemundo, en octubre de 2024, se reveló la verdad sobre el destino de Aurimar. Su hermano, Yohandry Martínez, al leer un artículo, descubrió que el cuerpo de su hermana había sido utilizado en investigaciones médicas sin el consentimiento familiar.

La noticia devastó a Arelis, quien denunció públicamente este acto inhumano. La presión mediática obligó al centro médico a tomar medidas drásticas: suspendió su programa de donaciones y despidió al personal involucrado.

A pesar de estas acciones, las preguntas sobre la ética y la transparencia en el sistema médico siguen sin respuesta.

La historia de Aurimar es un trágico recordatorio de las vulnerabilidades a las que se enfrentan los migrantes.

Para Arelis, el dolor de perder a su hija se ha agravado al descubrir cómo fue tratada. Su búsqueda de justicia es, en esencia, una búsqueda de sanación para un corazón roto.

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